miércoles, 15 de julio de 2009

Taronya.

El cambiar de azul a la apetencia, del auto a un libre albedrío.
Una mota de color esforzándose por atravesar cientos de paredes de hormigón, luchando por ser un alfa entre todas esas letras, y colarse entre mis labios.

Colarse entre tus labios.
Rehuir de tu mirada. Escapar de cada sílaba perdida.
Temblor en un terciopelo viscoso, en cualquier intento de saborearte con la yema de los dedos. Colorearte los latidos simulando sobriedad, sin estallar en un grito infinito por rozarte la mirada.

Ser mi sueño de una noche de verano, la calidez de las notas de tus ojos y tu pelo, el enredo del abrazo de lo imposible.
Esa pizca de luz.
Esa mota triunfante que sonríe consciente de la mayor complicidad.

Cerrar los ojos, saboreando ese instante desafinado.
Sabrá a agua, luz, azul cálido chispeante.
Estallar en esa euforia contenida, no la búsqueda de una ruptura temporal.
Dejando el regusto de no saber como terminar.

Y simplemente sonreír.

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