viernes, 18 de julio de 2008

Esto no tiene título.

Todas esas palabras que antes eran para mí, o para ti; ahora caen en un vacío congelado al cual no me atrevo a asomarme, tal vez por la infinita posibilidad de caerme con ellas.
La posibilidad de sobrevolar ese vacío infinitamente oscuro y congelado, para más tarde aterrizar en ese mar que serían todas nuestras palabras, en esa tercera dimensión; ese mundo que creamos, o creaste, para los dos, en el cual nos cobijamos cuando solo pensábamos en comernos el resto de la vida juntos, y relamernos el uno al otro sin importar nada más.
Pensar en ese mundo, de historias bajo sábanas, de cuentos antes de dormirme, abrazada a tu sonrisa y a tus ojos, que nunca dejarán de ser lo que son, porque solo pueden ser eso, el universo.
El universo infinito que me recrimina el dejar de sonreír, diciendo que es demasiado temprano para arrepentirse, sobre todo, de las cosas que aún podemos hacer; que puede ser que el señor destino se enfade tanto conmigo que decida cambiarlo todo y girar hasta que choquemos en ese beso eterno, que si nadie hace nada seguirá siendo una palabra más que añadir a ese vacío del que tú sí, pero yo no puedo olvidarme.
Deshacerse de la culpa y culparte a ti, o al destino, o al qué sabe nadie; a decir que cada uno lucha por lo que quiere, y si no haces nada es que no te importaba tanto; pero como solo tú sabes lo que pasa por tu cabeza nadie es quien para juzgarnos.
O quizá, tal vez, en realidad esto no sea nada, y solo una manera más de evadirse, de escupir, de soltar cada sentimiento que te aprieta o te desgasta; que tú seas eso y nada más, una vía de escape, un que sé yo, para arreglar lo que esté estropeado; que en el fondo es lo que eres, un mago, que sabe siempre lo que siento,
pero que no hace nada por sacarlo.
Que yo sepa que esta vez, no se arregla todo con palabras, y que probablemente ni los hechos valgan ni siquiera. Que a lo mejor esto es lo que debía ser, y no empeñarse en luchar contra todo para apretarnos, si en realidad lo que tú quieres lo tienes a tu lado, y yo difiero tanto de eso que no duraríamos ni un segundo; ¿pero y qué más da? si ese segundo pudiésemos eternizarlo, sin necesitar de las palabras para entendernos, saberlo todo con mirarnos a los ojos, y que solo importe el si te quiero.
Que sí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eso de decidir esperar, me parece una gran idea.
Si algo tiene que ser, termina siendo.

Beso.