Gris aprovechó su momento de flaqueza.
Se acercó todo lo pausadamente que pudo, y cuando casi podía rozarle, susurró: Qué.
Espero un instante, para cerciorarse de que funcionaba, y casi sonrió cuando notó que estaba temblando. Volvió a susurrar, esta vez elevando un poco la voz, y posándose suavemente sobre él: ¿Amigos?
Rojo casi convulsiona cuando la palabra le hizo salir del trance al que había sido inducido. No iba a permitirle utilizarlo de esa manera, no iba a dejar que volviesen a encerrarlo.
Apartó a Gris de un empujón. Este sonrió triunfal, pensando que una vez hecho, ya no podría parar. Pero ni siquiera el triple de esas endorfinas podrían hacerle renunciar a todo lo que tenía ahora. Se limitó a dejar que las plaquetas hiciesen su trabajo, sin cambiar un ápice sus facciones.
Pudo atisbar una mueca de entre espanto e ira en sus ojos, mientras corría para refugiarse en sus brazos.
Ella le acunó. Y mientras rozaba su cara con la yema de los dedos, dijo algo que Rojo no alcanzó a oír.
Después alzó el rostro para fulminarlo con la mirada.
Qué has hecho.
Erre punto Te punto.
Apnea.
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