domingo, 16 de noviembre de 2008

F.

Aparezco en escena (nuestra escena) y enmascaramos las miradas, por hacer que no importamos. Pero la realidad es bien distinta, y difiere tanto de la no importancia que hasta me oprime los alientos.
Disimulado me acechas de reojo y yo sonrío recelosa de perderme en tu mirada, sabiendo que de nada sirve, y que terminaré como siempre, empapada en tu inmensidad abismal, pero feliz.
Entonces decides contrariarme, ansioso por encontrarte en mis ojos confusión, pizcas de suspiros no te vayas y mordiscos de deseo incontenible. Yo mataría por poder escudriñarte, por saberte tan profundo, sentimientos arraigados. Mataría por besarte un no me dejes, un hoy quiero despertarme a tu lado, un tantas cosas que no me llega un solo abecedario.
Mis ojos no consiguen retenerte, y aparece lo pretendido: mi ansiedad a tus besos. Sonríes satisfecho, y yo me hundo un poco más. Pero aún no llega con ahogarme, necesitas un paso más. Me acaloras las mejillas, con un beso de esos que derriten mis retinas; que me deja descolocada.
Ya tienes lo que quieres.
Apuras un hasta luego. Pero tu sonrisa me retiene un infinito en el abismo de tus ojos, susurrando que tal vez sea más que una caricia, algo más que un olvido de media hora.

No hay comentarios: